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Dr. Jorge Oscar Sánchez
Si Ud. hiciera una encuesta de opinión entre sus amigos y conocidos, preguntándoles: “¿qué hace falta para ser feliz?”, ¿qué cree que le responderían?. Es muy probable que la gran mayoría nos diría, para ser feliz es necesario:
• Acumular dinero • Llegar a ser famoso
• Tener buenos amigos • Muchas diversiones
• Llegar a tener poder • Viajar por el mundo
Todo esto suena muy atractivo, y hay millones que corren desesperados detrás de estas cosas. Sin embargo, debemos preguntarnos: ¿Cuántas personas han llegado a tener todo esto y no han sido felices . . . ? Piense en Elvis Presley. Su increíble talento musical le convirtió en uno de los ídolos mundiales más famosos en las décadas del sesenta y setenta. Fue estrella en decenas de películas, tenía admiradores que lo seguían delirando donde quiera que fuese. Sus discos se vendieron por millones.. Llegó a acumular tanto dinero que se daba el gusto de viajar en un avión mas grande y lujoso que el del presidente de su nación. ¡Y todo pagado de su propio bolsillo! No le faltaron placeres, ni mujeres. Parecía que en el juego de la vida había recibido todos los ases. No obstante, ¿porqué terminó en el suicidio, cuando tenía todo lo que la mayoría considera indispensable para ser feliz?
Es que Elvis Presley, al igual que millones de individuos, cometió el error de no comprender que la auténtica felicidad comienza con Dios: ¿Porqué? Porque solo Dios puede ofrecernos:
• Amor genuino: Alguien que nunca nos dará las espaldas.
• Seguridad: Alguien que se preocupe por lo que nos pasa.
• Paz: Alguien que se interese por mis problemas.
• Propósito: Una causa por la cual vivir.
• Un destino eterno: Alguien que nos guiará mas allá de la muerte.
Si Dios nos ofrece todo esto, entonces, ¿porqué es que no estamos gozando de una vida de abundancia, tal como Jesucristo prometió? La razón es que cada uno de nosotros estamos separados de Dios por un abismo infinitamente ancho, llamado pecado. La Biblia dice: “Por cuanto todos pecaron están separados de la vida de Dios.” Pecado es toda acción que viola los mandamientos de Dios, ya sea en imaginación, en palabra o en hecho. Todo lo que hemos hecho mal y todo lo bueno que no hemos hecho. Pecado es no alcanzar la meta para la cual fuimos creados y este es un mal universal que nos afecta a cada uno, sea rico, pobre, educado o ignorante. Y la consecuencia es que nos separa de la vida de abundancia que Dios nos quiere dar, en el tiempo y la eternidad. Si Dios quiere que tengamos vida en abundancia, y el pecado nos separa de El, ¿cómo podemos hacer entonces para reconciliarnos con Dios?
Es interesante que cada individuo tiene una respuesta para este dilema. Sobre el abismo infinito de la santidad y la justicia de Dios, distintas personas tratan de construir diferentes puentes. Algunos de los más conocidos son:
• La religión: Si a partir de ahora comienzo a portarme bien y hacer cosas buenas, y acumulo el suficiente número de méritos, tal vez el día que comparezca ante Dios, El me otorga el perdón.
• La moral: Muchos dicen, yo no le hago mal a nadie. Soy buen ciudadano, pago mis impuestos, respeto la ley, ayudo en lo que puedo.
El único problema, es que los que así piensan no entienden lo que afirma la Biblia. Y es que el día que tengamos que comparecer frente Dios no seremos juzgados de acuerdo con los patrones humanos, sino de acuerdo con la persona de Cristo. Jesucristo fue Dios hecho hombre. El nunca cometió un solo pecado. Fue el único que cumplió los diez mandamientos cabalmente, y que vivió en perfecto amor hacia Dios y los hombres. Y si El será el patrón de medida en la balanza de Dios, bien cabe preguntarnos: Si el destino eterno de mi alma, depende que pueda igualar la vida absolutamente perfecta de Jesucristo, entonces, ¿hay alguien que pueda salvarse? Si a pesar de todos mis esfuerzos y buenas obras, Dios me exige la perfección de su hijo, ¿qué esperanza hay para mi? ¡Absolutamente ninguna, si Ud. usa estos puentes!
Entonces, ¿cómo puedo hacer para reconciliarme con Dios si todo lo que yo haga no sirve de nada? La respuesta es el EVANGELIO. Esta palabra significa: Buenas Noticias. Las buenas noticias son, de que aquello que es imposible para nosotros, Dios lo hizo por amor a cada miembro de la raza humana. Y sobre el abismo infinito que nos separaba de Dios él tendió el único puente efectivo: la muerte de su Hijo ocupando nuestro lugar. Cristo como humano pudo morir en representación de los hombres; pero al mismo tiempo como era Dios, su muerte pudo satisfacer las demandas infinitas de la justicia de Dios que nosotros habíamos violado. Por eso, la Biblia afirma: “Cristo murió, el justo por los injustos para reconciliarnos con Dios.” Su muerte, canceló todas nuestra deudas pasadas, presentes y futuras.
Si Cristo murió por todos, y su muerte pagó todas las deudas que cada uno habíamos contraído con Dios, entonces, ¿todos somos salvos automáticamente? De ninguna manera, ya que el regalo que Dios nos ofrece debe ser aceptado individualmente. Por ejemplo: Si un amigo suyo ha contraído una deuda de cien mil millones de dólares, y Ud. le ofrece el dinero para que la cancele y quede libre; pero él rechaza la ayuda… ¿qué puede hacer Ud? ¡Llevarse el dinero de regreso! Pero si ese amigo acepta la oferta que Ud. le hace, y recibe su pago y cancela la deuda, entonces queda libre. De la misma manera ocurre con la oferta que Cristo nos hace: Cada uno debe aceptarla personalmente.
¿Cómo recibimos el perdón de Dios? ¿Cómo podemos ser reconciliados con El y comenzar una nueva vida? La Biblia enseña que dos condiciones son requeridas:
1. Arrepentimiento: Esto significa reconocer nuestra necesidad. Aceptar que estamos separados de Dios por nuestro pecado, y que esto nos priva de su vida de abundancia. Y siendo que no puedo hacer nada por mí mismo para cancelar la deuda, me vuelvo a él pidiendo su perdón.
2. Creer: Jesucristo siempre estableció como condición para ser salvos que creyésemos en El. Jesús afirmó:
• “El que CREE en el Hijo de Dios tiene vida eterna, pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida sino que la ira de Dios permanece sobre él.” (Esto lo puede leer en el Evangelio de Juan, capítulo 3, verso 36)
• “De cierto les digo: El que oye mi palabra, y CREE al que me envió tiene vida eterna (tiempo presente), y no vendrá a condenación mas ha pasado de muerte a vida.” (Juan 5:24)
• “A todos los que le reciben, a los que CREEN en su nombre les da el derecho de ser hechos hijos de Dios.” (Juan 1:12)
La promesa de Jesucristo es tan simple y tan completa, cualquier individuo puede reclamarla para sí mismo. No importa quien sea, ni como haya vivido. Cuan graves puedan ser sus faltas, ni cuanto se haya alejado de Dios. Hoy mismo puede recibir vida eterna, si está dispuesto a creer en Cristo y su promesa. Si este es su deseo, porqué no hacer una plegaria a Dios. Hágalo de corazón y con sus propias palabras. Si nunca lo ha hecho el siguiente modelo le puede ayudar:
Señor Jesucristo, reconozco mi necesidad. Sé que soy pecador y he quebrado todos tus mandamientos. Sé que no puedo hacer nada por mí mismo para ser salvo. Pero yo te doy gracias que me amas tanto que moriste por mí. Te ruego que limpies mi pecado y mi culpa. Que me recibas como tu hijo. Creo que tu eres mi Salvador personal, y te invito a que entres en mi vida, en este día y por siempre jamás. Y que de acuerdo a tu promesa me des una vida feliz, abundante y con propósito. Lo pido en tu nombre. Amén.
© 2024 Dr. Jorge Oscar Sánchez | Instituto de Liderazgo Cristiano