Nuestras Ofrendas

Autor: Dr. Jorge O. Sanchez

“No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones entran a robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.”  Jesucristo

Se cuenta que una iglesia en Inglaterra necesitaba un nuevo edificio. Como la congregación no contaba con muchos fondos decidieron aproximarse al millonario del pueblo a pedirle que les apoyara en el proyecto. Para sorpresa del comité, el millonario decidió no solo ayudarles en el proyecto sino que, también se ofreció hacerse cargo de todos los gastos, si tan sólo le permitían que él se ocupara de todo el proyecto, desde el principio hasta el fin. Lógicamente, era imposible rehusar semejante oferta.

El proyecto fue progresando, y al cabo de un año el templo estaba listo para ser inaugurado. Hasta ese momento nadie había podido entrar al nuevo edificio ya que el millonario no lo había permitido. Y esto lo había hecho intencionalmente para corregir algunos defectos que había notado en la congregación. Al llegar el día de la inauguración, la concurrencia entró al salón y para su sorpresa no había bancos. Tan solo se pidió que seis personas se pusieran uno al lado del otro. Cuando así hicieron, inmediatamente el suelo se abrió, y apareció un banco. La gente se sentó, y por un dispositivo mecánico, el banco fue llevado con su preciosa carga hasta el frente del salón. Esto lo hizo el millonario para corregir el eterno problema de la gente que, ¡siempre busca sentarse en la última fila!!. Otro detalle interesante, es que la iglesia no tenía púlpito. Cuando el pastor pasó a dar el sermón, una vez más el suelo se abrió y apareció el púlpito. Cuando se cumplieron los cuarenta y cinco minutos, el púlpito bajó y desapareció una vez más. Esto lo hizo el millonario para corregir el eterno problema de que, los pastores muchas veces les gusta excederse del tiempo que tienen asignado. Otro dispositivo electrónico que llamó la atención, fue uno que entraba en funcionamiento al recoger la ofrenda. Cuando el pastor decía, pongámonos de pie para participar de la ofrenda, ¡el que se quedaba sentado recibía una descarga eléctrica…!!   La congregación quedó muy gratamente impresionada con el nuevo edificio que había recibido, y fueron muy felices por largos años.   Pero un día lunes la municipalidad les clausuró el edificio.

¿Qué había pasado? El domingo anterior visitó la iglesia una familia de escoceses.  Como sabemos, los miembros de esta nacionalidad tienen fama mundial de ser los avaros más grandes del mundo. Ese domingo los escoceses prefirieron morir electrocutados antes que poner un centavo en la ofrenda… Uno de mis pastores me enseñó siendo joven: “Lo último que sueltan los cristianos es la mentira y el billete”. Tenía mucha razón.

El tema de las ofrendas en la casa de Dios ha dado lugar a muchas historias cómicas y a otras muy trágicas. Toda persona que llega a una iglesia evangélica, inmediatamente se pregunta, ¿Porqué recogen ofrendas? ¿Quienes deben participar de ellas? ¿Qué hacen con el dinero que se da?  En Norteamérica, nos preguntan, ¿porqué usan sobres para ofrendar?  Estas preguntas básicas y vitalmente importantes son las que queremos contestar a través de este breve escrito.

I- ¿POR QUÉ OFRENDAMOS?

  •  Porque es el plan de Dios para su pueblo

Las iglesias no hemos inventado la ofrenda. Es Dios quien dentro de su estrategia para la vida en general, estableció que su pueblo debía aprender a poner a un lado cierta porción de sus ingresos para la extensión del reino de Dios y la atención a los necesitados. Dios podría haberlo hecho sin nuestra ayuda, no obstante, Él prefirió que nosotros seamos sus colaboradores en la tarea. Por lo tanto, el nos bendice con salud, trabajo, y en consecuencia dinero, y espera que de aquello que él nos ha dado, nosotros a su vez demos a otros. Este plan ha regido tanto, para el pueblo de Israel en la era del Antiguo Testamento, como para su iglesia en la era del Nuevo Testamento.

  •  Porque la ofrenda es un acto de reconocimiento y gratitud

Cuando uno ha recibido un favor enorme, instintivamente algo dentro nuestro dice que debemos mostrar nuestro aprecio a manera de reciprocidad.   El creyente en Cristo que, ha recibido vida eterna, cuyos pecados han sido todos perdonados, que ha sido adoptado en la familia de Dios como hijo, no puede menos que desear devolver en gratitud, adoración y servicio algo de lo que hemos recibido por la misericordia de Dios. Especialmente teniendo en cuenta el precio que debió pagar Jesucristo para darnos salvación: Ni más ni menos que gustar la muerte, el castigo de Dios y el infierno en nuestro lugar. Lamentablemente, los humanos somos muy dados a sacar ventajas a otros, inclusive a Dios. Pero la persona que realmente ha conocido a Dios de corazón no puede menos que, ofrendar a fin de que otros también reciban la bendición que él mismo recibió primero. Por esta razón la ofrenda a Dios es un acto de adoración, que se da con gratitud y alegría. “Dios ama al dador alegre” dice la Biblia (II Corintios 9:7)

  •  Porque es la clave de la prosperidad económica

Fue el mismo Señor Jesucristo quien nos enseñó el principio vital que rige las finanzas personales: “Dad y se os dará, medida buena, apretada y remecida y rebosando darán en vuestro regazo” (Lucas 6:38). Dios espera de sus hijos que demos y en la misma medida recibiremos de Él bendiciones en lo material. Dios no es el autor de la pobreza, esta es una de las maldiciones del pecado. La Biblia abunda en promesas de prosperidad material para los hijos de Dios si estamos dispuestos a seguir sus leyes. San Pablo enseñó a los creyentes de Corinto: “Recuerden esto:  El que siembra escasamente, escasamente cosechará, y el que siembra en abundancia, en abundancia cosechará.”  (II Corintios 9:6).

II- ¿QUIÉNES DEBEN OFRENDAR?

  •  Los creyentes en Cristo

¡Los hijos de Dios que han gustado su salvación! Nunca en la Biblia encontramos que se exhorte a los no cristianos a ofrendar a Dios. Por esta razón, en nuestro boletín que entregamos a los visitantes a nuestro culto del domingo somos bien explícitos en decir: no se sienta obligado a participar de la ofrenda.   Esto lo hemos reiterado muchas veces desde el púlpito en el momento de hacer la ofrenda. Lamentablemente, nos vemos obligados a recoger la ofrenda en nuestro culto del domingo porque es la reunión a la cual asisten el mayor número de creyentes.

  •  Todos los creyentes en Cristo

Dice la Biblia: “En cuento a la ofrenda para los santos, hagan ustedes también de la misma manera que ordené a las iglesias de Galacia. El primer día de la semana, cada uno de vosotros guarde algo en su casa, atesorando en proporción a cómo esté prosperando, para que cuando yo llegue no haya entonces que levantar ofrendas” (1 Corintios 16:1).  La salvación es algo personal e individual, por lo tanto, cada persona salva tiene la obligación moral de ofrendar a Dios. La Biblia no dice que deben hacerlo solamente los ricos, sino absolutamente todos sin distinción de condición social.   Todos, sin excepción, los que han recibido la salvación debemos hacerlo:  No importa si estamos trabajando o en asistencia social del gobierno, si somos estudiantes o refugiados políticos. Cuando el evangelio se extendió en el imperio romano durante el primer siglo el noventa por ciento de los creyentes eran esclavos, y sin embargo, la Biblia establece que cada uno de vosotros, ponga aparte algo…. Jesucristo nos enseñó además la bendición que recibimos al ofrendar tal como lo hizo aquella viuda pobre (Marcos 12:41-44). El reino de Dios nunca avanza por las grandes ofrendas sino por las sumas pequeñas que dan los creyentes en forma sacrificial tal como hizo la viuda de la historia que Jesús nos contó.

III-¿CUÁNTO DEBEMOS OFRENDAR?

  •  Proporcionalmente

La Biblia nunca establece cuanto debe dar un creyente, solamente nos establece principios que trascienden el tiempo, la cultura y los vaivenes de la economía. El plan de Dios para su pueblo en el Antiguo Testamento eran el diezmo y las ofrendas: “¿Robará el hombre a Dios? ¡Pues vosotros me habéis robado! Pero decís: ¿En qué te hemos robado? ¡En los diezmos y en las ofrendas! Malditos sois con maldición; porque vosotros, la nación entera, me habéis robado” (Malaquías 3:7-9). La palabra diezmo significa un diez por cientos de los ingresos, ya fuera en dinero o en comestibles. Cada israelita debía traer al templo las primicias de las cosechas y de sus ventas. Asimismo, debía agregar, por sobre lo que era su obligación, las ofrendas voluntarias para ayudar a ministrar con otras necesidades materiales. El plan de Dios es que sus hijos aprendamos a manifestar nuestro aprecio a aquellos que Dios ha establecido para que nos anuncien su mensaje. Por lo tanto, nos exhorta diciendo: “Traed los diezmos al alfolí…” Nuestra primera obligación es ayudar mantener las operaciones y el crecimiento de la iglesia en la cual nos congregamos.

  •  Progresivamente

Sobre el modelo del Antiguo Testamento, en el Nuevo Testamento el apóstol Pablo agrega: “atesorando en proporción a cómo esté prosperando…”  La prosperidad económica es una de las muchas bendiciones que el Señor da a su pueblo, no para enriquecernos y vivir como aristócratas, sino para bendecir a mayor número de personas. Hace años atrás un comerciante cristiano comenzó a ver la mano de Dios prosperándolo en lo económico. En el día de hoy es uno de los empresarios más poderosos de todo Canadá. Como ejemplo de lo que estamos diciendo, estableció una cadena de supermercados, y estableció que todas las ganancias que produzca esa compañía se ofrende para la extensión del reino de Dios. Esto es un excelente ejemplo de alguien que ha aprendido algo significativo y es que, Dios nos da para que demos… y nos da más para que demos más. Comenzamos dando el diezmo para sostener la iglesia de donde somos parte, y luego agregamos las ofrendas para otros ministerios que el Señor coloque en nuestro corazón: la obra misionera, programas de radio, ayuda a hospitales cristianos, etc.   Ser parte del plan de Dios es un privilegio inmenso. Por lo tanto, es mejor empezar dando algo aunque sean centavos, antes que esperar al día que tengamos abundancia para dar, porque ese día probablemente nunca llegue. Volviendo a la historia de la viuda pobre, el Señor nos contó que ella dio apenas dos moneditas, y sin embargo a los ojos de Dios, valía más que todo lo que daban los demás.

IV- ¿EN QUÉ SE USA EL DINERO DE LAS OFRENDAS?

La salvación es gratis, pero la difusión del mensaje es muy costosa.   Toda iglesia comienza con el deseo de un individuo de compartir el evangelio. En la medida que el ese esfuerzo es bendecido, cuantas más personas se agregan, en la misma proporción crecen las necesidades de atención personal. Por esta razón se le pide a ciertas personas sobre quienes se ve la mano de Dios obrar en bendición, que dejen sus empleos y sirvan a tiempo completo en la iglesia para poder atender mayor número de necesidades personales. Cuando nuestra iglesia comenzó en el año 1961 tenía un solo pastor, y hoy cuenta somos más de veinte.   La bendición del Señor ha traído tanta gente al punto tal que hoy somos cerca de tres mil personas. En la medida que la iglesia fue creciendo se fueron incorporando otros pastores para ayudar en nuevos ministerios tales como, jóvenes, recuperación de adictos, estudios bíblicos, ministerios a los grupos internacionales, etc. ¿Qué ocurriría si mañana quedara un solo pastor? Muy simple, ¡la iglesia decrecería al número de miembros que un solo pastor podría atender!   Todos los otros servicios extra que se ofrecen desaparecerían. Por tanto, ¡sepa que sus ofrendas hacen una gran diferencia para el bien de todos!  Sus ofrendas son las que permiten que haya personas dedicadas a tiempo completo a difundir el mensaje de salvación y que se atienda al mayor número de personas que necesitan atención de diversos tipos.

Con el dinero que se recibe, los ancianos de la iglesia y el comité de finanzas preparan un presupuesto anual donde se incluyen: salarios, gastos de operaciones, mantenimiento de los edificios, obra misionera, evangelismo, campañas especiales, ministerios de niños, etc. Mediante un manejo extremadamente cuidadoso del dinero de Dios, se cumple con las obligaciones establecidas. Este presupuesto se presenta a la congregación para ser aprobado todos los años en el mes de Enero.  Todos los miembros son invitados a participar de esta reunión administrativa que siempre se realiza el último lunes del primer mes del año.

V- ¿POR QUÉ SE USAN SOBRES PARA OFRENDAR?

Porque es uno de los beneficios que tenemos en Canadá, por ser un país de raices evangélicas. Expliquemos cómo funciona esto: Cuando usted trabaja, el empleador automáticamente le descuenta los impuestos de cada uno de sus pagos. Digamos que usted gana 100.000 dólares al año (por dar un número redondo). De acuerdo a lo que establece el gobierno, se le debe descontar, 40.000 dólares a lo largo de un año. Supongamos que usted ofrenda a la iglesia 10.000 dólares en el año. A fin de año, la iglesia le dá un recibo que puede presentar en su declaración de impuestos. Habiendo ofrendado 10.000, significa que sus ingresos reales no fueron cien mil, sino noventa mil. De acuerdo a esta cifra, de la que ya le han descontado los impuestos, el gobierno federal le devuelve la proporción que le cobró de más. ¿Qué ocurre si usted no usa los sobres?   Simplemente el gobierno se queda con todo lo que le descontó y lo usa para sus propios programas. Para beneficiarse usted mismo ¿qué debe hacer?  Cada vez que hace una ofrenda debe llenar un sobre con su nombre y datos personales. No importa si adentro del sobre pone un cheque o dinero contado, lo más importante es el sobre, ya que el gobierno los exige como comprobante. La oficina lleva un control de todas sus ofrendas, y a fin de año le extiende un recibo oficial que es válido para sus deducciones.  Este beneficio funciona básicamente como los cursos que tomamos en los colegios: el gobierno no nos devuelve toda la cantidad de lo que nos costó, pero si considera que nos han descontado demasiado, y de ahí la devolución. Por lo tanto, ofrende use los sobres que se le dan, y los beneficios serán para usted.

VI ¿QUÉ OCURRE SI NO OFRENDO?

Eso queda entre Dios y su conciencia. En nuestra iglesia operamos en base a la gracias de Dios, por ende, jamás le exigiremos a uno de nuestros miembros que ofrende, eso es algo voluntario y por amor a nuestro Salvador.  Nunca le preguntaremos, ¿cuánto gana? ¿Está diezmando? El Señor sabe mejor que nadie todos esos detalles y lleva cuentas muy exactas. Nuestra obligación es con solo con Él, ya que Jesús será quien nos de su aprobación o reprobación el día que comparezcamos en su tribunal. Recuerde cada día que, el dinero que le dimos a la obra del Señor es lo único que nos llevaremos de este mundo, ya que después de todo, somos mayordomos de todo lo que el Señor nos ha dado. ¡Y esto incluye el dinero!

Indudablemente que, el tema de las ofrendas es un tema tan crucial para los hijos de Dios. Seguros que hay muchas más preguntas que podríamos responder. Sin embargo, en este breve escrito quisimos contestar las que se nos hacen con más frecuencias. Cualquier inquietud que usted tenga, por favor, no dude en preguntarle al pastor o al maestro de la clase de membresía. Recordemos siempre, en consecuencia, la exhortación bíblica: “Honra al Señor con tus bienes, y con las primicias de tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto” (Proverbios 3:9). “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:10)

Definitivamente, Dios tiene un plan perfecto para su pueblo en todas las áreas de la vida, y esto lógicamente abarca la administración de nuestros bienes. Cumplamos, entonces, con este plan, gocemos de la bendición de Dios y que no le pase lo de los escoceses.

© 2025 Dr. Jorge Oscar Sánchez | Instituto de Liderazgo Cristiano