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Dr. Jorge Oscar Sánchez

CÓMO TRIUNFAR EN LA VIDA

1. Comprenda que la esencia de la vida cristiana es una relación íntima y personal con Jesucristo

La vida cristiana no es meramente recibir el perdón de pecados, asistir a los cultos de una iglesia y erradicar ciertos hábitos destructivos. Esto es importante, pero es apenas el principio. Un cristiano es alguien que pertenece a Cristo (ver Mar. 9:41) y sabe que Jesús es su Salvador y amigo personal. Jesús dijo: “Esta es la vida eterna: Que te conozcan a ti, oh Dios verdadero, y a Jesucristo, tu Hijo, a quien enviaste al mundo” (Juan 17:3); EI apóstol Pablo, hablando de la diferencia que Cristo había hecho en su vida, dijo: “Y considero toda mi vida anterior como una pérdida en comparación al privilegio de conocer a Jesucristo mi Señor (Fil. 3:8)

No es tan importante conocer mucho acerca de ÉI, como conocerlo personalmente. A menudo oímos cosas acerca de ciertos personajes famosos e inclusive podemos verlos actuar cuando los muestran en televisión. Pero hay una gran diferencia entre saber algo acerca de un rey, digamos, y conocer a ese rey en persona y ser su amigo. Cuando recibimos a Jesucristo como nuestro Salvador personal, lo estamos invitando al mismo tiempo a que sea nuestro amigo y nuestra ayuda. Y cuando hacemos esta primera invitación, es el momento de nuestra presentación formal. Luego de este primer encuentro, al propósito supremo de nuestra vida debe ser cultivar esta amistad. Debe ser nuestra primera prioridad (ver Fil. 3:10).

¿Cómo puede hacerse ésto? AI igual que con cualquier amistad humana, debemos estar con ÉI. Él tiene que hablar conmigo y yo con ÉI.

2. Permita que Jesucristo le hable todos los días

En la vida cristiana no hemos sido abandonados a deambular en la oscuridad. Por el contrario, Dios nos ha provisto de una lámpara para nuestros pasos y una luz para nuestro camino (Salmo 119:105). La Biblia es el libro más maravilloso del mundo. Se venden veinticinco millones de capias por año. Este libro es el alimento para nuestra vida cotidiana (1 Pedro 2:2). Si lo leemos diariamente, nos hará personas fuertes y seguras. Este Iibro es una carta escrita por Dios y al leerlo, EI nos hablara y nos mostrara cómo vivir la vida cristiana. Para hacer que la lectura de la Biblia sea algo apasionante debemos tener en cuenta estos dos consejos:

a) Léala regularmente. No caiga en el error de leer diez páginas en un día y luego nada por una semana.

b) Léala detenidamente y sin prisa. Para hacerlo, escoja el momento del día en que este menos preocupado o cansado.

A Josué se le ordenó que meditara las cosas que había leído (Josué 1:8). Esto significa volver a pensar lentamente y repasar mentalmente el significado de lo leído. ¿Qué quiere decir lo que leí? ¿Qué me enseña Dios a mí? ¿En que puede ayudarme en este día? Tres consejos adicionales le serán de gran ayuda:

a) Antes de comenzar, pídale a Dios que le ayude a entender lo que va a leer.

b) Cuando haya terminado de leer, recuerde la frase u oración que más le gustó y medite en ella durante el día. Esto puede ser algún hecho nuevo en cuanto a Jesús, o alguna promesa que ÉI nos hace o algún consejo para nuestro bien.

c) Todas las semanas trate de memorizar un versículo (por ejemplo Juan 3:16) que le haya servido de ayuda. Este tesoro que acumule en su mente y corazón será el recurso que Dios utilizara para sostenerlo en momentos de tentación y fortalecerlo en la adversidad.

3. Hable con Jesucristo todos los días

Cuando leemos La Biblia, Dios nos habla a nosotros; cuando oramos, nosotros le respondemos a ÉI. Escoja para esto el momento del día cuando este menos apurado. Comience el día enfocando sus pensamientos en Cristo. Una breve oración puede ser: “Señor, guárdame de todo pecado en este día. Lléname de tu poder. Ayúdame a estar cerca de ti y úsame para tu servicio.

En su momento de oración privada, haga que su oración se funde en estos cuatro pilares:

Adoración

Confesión

Agradecimiento

Petición

Adoración

Póngase de rodillas y pídale a Dios que lo tranquilice (Salmo 46:10) y que lo haga consciente de su presencia. Recuerde que el Señor esta con usted y listo para escucharle y que cuando usted se acerca a ÉI, confié que ÉI también se acerca a Ud. (Santiago 4:8)

Confesión

Si Ud. es consciente que le ha fallado a Dios o ha sido desleal, confiéselo. Dígale que le duele haberlo hecho. Luego confié que Él lo ha perdonado. Su promesa es: “Si confesamos nuestros pecados, al es fiel y justa para perdonar nuestros pecados y limpiamos de nuestra maldad’ (1 Juan 1:9). Dios es fiel a su promesa y justa parque Cristo murió para nuestros pecados. Por tanto, dele gracias par su amor que siempre nos otorga el perdón.

Agradecimiento

Ahora agradézcale por su bondad y cariño para con nosotros. Dele gracias por su obra de creación, por haberle puesto en este mundo lleno de magnificas oportunidades; por su preservación y por guiarle todos los días; par sus bendiciones, por su amor diario y constante cuidado. Pero por sobre todas las cosas, dele gracias por haber muerto en la cruz par sus pecados ocupando su lugar. Piense en todas las cosas por las cuales le puede agradecer, Muy a menudo recibimos sus beneficios y nos olvidamos de agradecerle. “Dad gracias en todo” (1 Tes. 5:18) y “Bendice alma mía al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios” (Salmo 103:2).

Petición

Haga del Señor su amigo íntimo. No le oculte nada.

Hable con EI y pídale Su bendición sobre sus planes para el día, incluyendo las cosas que más le preocupan: el examen en la escuela, la salud de su niño, el viaje de un ser querido, sus vacaciones, su empleo, etc. Pídale que le muestre Su voluntad en todas estas cosas. Pídale además, por otros; que bendiga su país, su escuela, su iglesia, su pastor, sus amigos. “Por nada estéis preocupados, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios con oración y ruego… y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento guardara vuestros corazones y mentes en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7).

Uno de los desafíos más grandes que tendrá como cristiano es apartar tiempo para leer la Biblia y orar. Pero si triunfa en esta disciplina, los resultados serán increíblemente grandes a nivel espiritual, emocional y físico.

4. Use el poder de Cristo para vencer las tentaciones

Ser tentado no es pecado, ceder a la tentación lo es. EI pecado es decir si voluntariamente a la tentación que sobreviene. La tentación es el enemigo número uno de cada ser humano y cuando decidimos seguir a Jesús parece que las tentaciones aumentan en vez de disminuir. Pero nuestro Salvador vivió como hombre “para ser tentado en lodo como nosotros lo somos, aunque nunca cayó en pecado” (Hebreos 4:15). Este poderoso Salvador vive en nuestros corazones para hacernos victoriosos y permite a veces que las tentaciones nos asedien para que no olvidemos nuestra debilidad y dependencia de ÉI. Es como si nos dijera: “Aparte de mi nada podéis hacer” (Juan 15:5). Además, las tentaciones nos llegan para probar nuestra confianza en Dios (Santiago 1:2,3) y de esa manera ser traídos cerca de ÉI.

¿Podemos vencer? Sí. “Dios es fiel” dice la Biblia, “y no nos dejara ser tentados más de lo que podemos resistir y juntamente con la tentación nos da la puerta de escape para que podamos soportarla” (1Cor. 10:13). ¿Cuál es esta puerta de escape? Cuando la tentación venga a golpear a la puerta de nuestra vida, pidamos a Cristo que ÉI salga a contestar. Pidamos que ÉI sea quien trate con el problema y confiemos en que lo hará. No espere que la tentación lo alcance para pedir que Cristo lo ayude. Tan pronto tenga conciencia de que la tentación se aproxima, ore en el nombre de Jesús por ayuda, porque ante el nombre de Jesús Satanás debe huir. Cuando el apóstol Pedro camino sobre las aguas y luego comenzó a hundirse, tan pronto clamo por ayuda, Jesús extendió su mano y lo levanto (Mateo 14:30,3]). Por tanto, el secreto de la victoria no es luchar con nuestras propias fuerzas, sino confiando en el poder infinito del Hijo de Dios. Entonces, en nuestra experiencia, podremos decir con San Pablo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:15).

5. Si caemos, levantémonos y sigamos adelante

Escoger a Jesucristo no nos hace perfectos o sin pecado. AI contrario, cuanto más le conozcamos, mayor conciencia tendremos de nuestra imperfección. Como hijos de Dios no deberíamos pecar pero podemos tropezar y caer si no confiamos en ÉI.

Nunca se desaliente si cae. Al igual que un atleta que ha caído, en el lugar en que cayó reinicie la carrera. Vuelva a Dios en confesión y pídale que le perdone. Luego continué adelante como un humilde y sobrio discípulo del Maestro.

6. Recuerde que Dios lo ha llamado porque usted tiene un trabajo que hacer para ÉI

Cuando el Señor Jesús llamo a Saulo de Tarso en el camino a Damasco, este perseguidor enceguecido de los cristianos jamás podría haber imaginado el propósito que Dios tenia para él.

Todo Imperio Romano estaba esperando escuchar el Evangelio y, las capacidades de este hombre eran justamente las que Dios necesitaba para alcanzar este propósito.

EI mundo de hoy está en una completa confusión y necesita desesperadamente el mensaje del amor de Cristo. Ninguna otra cosa podrá ayudarlo.

Dios tiene un plan para cada persona que llama y por tanto tiene un propósito para su vida. Usted puede servir a Dios de dos maneras:

a) Por su vida. Haga que su vida brille para Cristo. Por su conducta, Ud. puede mostrar a quien sigue, por donde quiera que vaya; por aquellas palabras que prefiere callar cuando otro lo ofenda, por su temperamento gozoso en medio de circunstancias difíciles y por sus actos humildes de servicio a los demás (Marcos 9:41).

b) Por sus labios. Con toda seguridad tendremos oportunidad de hablar de Cristo y contarles a otros de Su amor. Aprovechémoslo, pero al mismo tiempo, recordemos no forzar a nadie. Nunca entremos en discusiones, ya que es nuestra vida la que habla más que las palabras, especialmente con aquellos que nos conocieron antes de haber aceptado al Señor. Lo hermoso es que cuanto más compartamos el amor de Dios con los demás, tanto más seremos nosotros fortalecidos.

7. Corone a Cristo como el rey de su vida

Cuando aceptamos a Cristo le damos el control de nuestra vida. Pero a medida que comenzamos a avanzar y empieza a mostrarnos más de sus deseos, muchas veces no deseamos someternos a su voluntad. AI desobedecerlo, le quitamos su posición de Rey. Como alguien dijo: “Nosotros le tenemos a ÉI, pero ÉI no nos tiene a nosotros”. Si, le hemos entregado las llaves de algunas de las habitaciones de nuestra vida, pero no de todas. Si esta es nuestra situación, nuestra vida cristiana nunca podrá ser útil para Jesús ni atractiva para los demás.

¡Haga a Jesús su Rey! Cédale el control completo de su vida. Déle el primer lugar en todo. Haga todo y sólo aquello que a Él le agrada (Colosenses 1:10). Y si alguna vez tiene dudas sobre lo más conveniente, pregúntese a Ud. mismo: “¿Puedo pedir al Señor que me bendiga al hacer esto?” “¿Le agradaría lo que estoy por hacer?” ¡Si las dudas persisten, no lo haga! “Y todo lo que hagáis, hacedlo para la gloria de Dios” (1 Cor. 10:31).

Si hacemos estas cosas avanzaremos siempre. Usted crecerá en vigor y poder. Cada día será más útil a Dios hasta que finalmente entremos a su Reino eterno de gloria.

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